Santa Cecilia involucra a los jóvenes en la conservación de su patrimonio biocultural

En el corregimiento de Pueblo Rico, ubicado al extremo occidente del Departamento de Risaralda, en los límites con el  Chocó, se encuentra Santa Cecilia, un territorio rico en fauna y flora en donde conviven negros, indígenas y mestizos.

Ahí, a través de huertas caseras familiares y encuentros intergeneracionales para el fortalecimiento ancestral y cultural, el Consejo Comunitario de Comunidades Negras, el colegio Pio XII y el colegio intercultural Dokabú se unieron para sensibilizar a los jóvenes sobre la importancia de salvaguardar su cultura para proteger la biodiversidad. 

Para Víctor Moreno, representante legal del Consejo Comunitario de Santa Cecilia,

“Las huertas caseras fueron la excusa para llegar a los jóvenes, decirles que aquí estamos e incluirlos a ayudarnos a reforestar para la conservación de nuestra reserva. Darle esa parte pedagógica a los jóvenes y sus papás para que tengan conciencia de que hay una reserva y que esa reserva no está protegida directamente por el estado, sino que es algo autónoma y del Consejo, y como hay tantas personas retornando es muy factible que al haberse ido mucho tiempo vengan con prácticas dañinas o ajenas a la cultura tradicional”.

Víctor habla de la reserva natural Alto Murrupá, declarada como reserva de forma autónoma y unánime por el Consejo Comunitario, en 1999, a través del convenio 023. Según él, con el retorno de las personas que salieron, en gran parte por el conflicto armado, las 4802 hectáreas que tiene destinadas la comunidad de Santa Cecilia para la agricultura podrían extenderse hacia la reserva natural y por eso urge hacer énfasis en la educación ambiental de la comunidad. 

Encuentros intergeneracionales para fortalecer la cultura

Además de impulsar la restauración y la seguridad alimentaria de las familias en el territorio, el proyecto de Santa Cecilia busca fortalecer la cultura de las comunidades negras y sus conocimientos ancestrales, con ayuda de los jóvenes y en aras de proteger el territorio. 

Así, en el marco del proyecto, estudiantes de ambas instituciones han identificado mayores y mayoras con conocimientos en mal de ojo, picadura de culebra, plantas medicinales, platos tradicionales y cantadoras para cuando alguien fallece. Con esta cartografía, los alumnos deciden a quiénes visitar o invitar para profundizar en estos conocimientos y contribuir así a su relevo generacional.

Según Geovanny Pavas, magíster en construcción de Paz y profesional aliado de los territorios que conviven en Santa Cecilia,

“Inicialmente, nosotros lo que hicimos fueron talleres de capacitación en técnicas de investigación cualitativa. Luego hicimos una cartografía muy bonita en donde identificamos los sabedores y las sabedoras y sobre este mapa les preguntamos a los jóvenes a quién querían investigar. No es investigar sobre el territorio o sobre los jóvenes, sino investigar con ellos y que sean ellos quienes lideren el proceso”. Afirmó Geovanny.

Y es que como bien lo explica,

“la conservación tiene que empezar a pensarse incluyendo también las formas de conservación de las culturas que históricamente han conservado estos territorios”. 

Una iniciativa post pandemia

Para  disminuir los impactos del Covid en los Territorios de vida TICCA y acompañar y apoyar las iniciativas en procesos de autorreconocimiento, declaración y registro TICCA, el Programa Pequeñas Donaciones (PPD), del GEF-PNUD, realizó a finales del 2021 la convocatoria TICCA en respuesta al Covid-19. 

Los Territorios de vida TICCA hacen referencia a territorios y áreas que han sido y siguen siendo conservados por pueblos indígenas y comunidades locales. Estos territorios se caracterizan porque en ellos habita una comunidad que mantiene un estrecho vínculo con el territorio, existe un gobierno propio, hay conservación biocultural y una buena calidad de vida, gracias al sustento diario que proveen sus ecosistemas.

El proyecto de la comunidad de Santa Cecilia es uno de los 26 proyectos apoyados en este proceso. Su enfoque gira alrededor de la producción sostenible, una de las seis líneas que prioriza el PPD en sus convocatorias, al promover un enfoque de producción agroecológica que fortalece la soberanía alimentaria, desde el conocimiento, la identidad cultural y la apropiación territorial por parte de las comunidades locales.

Cuenta Geovanny Pavas que,

“Durante la pandemia mucha gente de la ciudad se devolvió a Santa Cecilia, tanto que antes habían arriendos a 200.000 que se subieron a 600.000. En ese sentido, la comida, como en muchos lugares del país se empezó a escasear y subió de precio, pero las familias que tenían su chagra y su huerta, pues podían sacar de ahí que un tomate, una cebolla que si bien no les garantiza el 100% de su alimentación, pues les garantizaba una parte. Fue a partir de ahí que pensamos en fortalecer las huertas caseras”. 

Aprendizajes

Uno de los mayores aprendizajes que se ha dado en la implementación de este proyecto es la importancia de articular actores del territorio como los son el Consejo con las instituciones educativas, ya que estas últimas apoyan en la articulación comunitaria al reunir a los estudiantes y a sus familias para la consecución de los objetivos del proyecto. 

Otro de los aprendizajes, según Geovanny, es el impacto positivo que ha tenido el proyecto en términos de reconciliación y convivencia.

“Desde la primera reunión de socialización con las instituciones educativas y con el Consejo Comunitario identificamos: ¡Qué importante qué están conversando, qué están en torno a un mismo objetivo y que de una u otra manera están trabajando en conjunto por la consecución de ese proyecto!”.

Resalta también que al acercar a los jóvenes con las sabedoras y sabedores de la comunidad, el proyecto ha abierto la posibilidad de promover la sostenibilidad de la cultura y los sistemas propios de conocimiento.

“Ojalá esto se siga repitiendo con los niños que vienen detrás de nosotros los jóvenes porque la idea es que nunca se pierda esto y día a día rescatar lo que somos porque Santa Cecilia es rico en todo esto y nos hace a nosotros ser únicos y negros no por nuestro color de piel, sino por nuestra riqueza, nuestras costumbres y por lo que somos”.

– Shirley Mosquera, estudiante de 17 años, miembro de la comunidad de Santa Cecilia

Santa Cecilia, un territorio de vida

En el marco de la convocatoria TICCA en respuesta al Covid-19, con el apoyo del programa de Tutores Pares de la Red TICCA Colombia, las 26 iniciativas han tenido un acompañamiento en procesos de autorreconocimiento, declaración y registro TICCA.

En relación a este acompañamiento, la comunidad de Santa Cecilia confirma su interés en autoreconocerse y pertenecer a la Red TICCA.

“Nosotros venimos buscando la protección de nuestro territorio, la conservación es uno de nuestros pilares y la Red TICCA ayuda a esa conservación. ¿En qué sentido ayuda? En el sentido de que alguien lo está escuchando. Cuando haya un crimen en contra de la naturaleza y se monte una denuncia, si estamos a otro nivel, ya no la va a ver solo Colombia, sino que la va a ver el mundo entero. Entonces ahí ya no estamos solos. Es eso, nosotros queremos proteger y si hay alguien que nos puede acompañar en esa protección, ¡Pues bienvenido!”, concluyó Víctor con ímpetu.